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Mi ego me quiere aniquilar (parte 1)

Isabel Burguillos • 15 de marzo de 2021

Mi ego me quiere aniquilar

Mi ego me quiere aniquilar.
Él no conoce el Amor, ni la Ternura, ni la Compasión. No le importa llevarte hasta morir en el intento de no ser descubierto y, de esa forma, sobrevivir. Lo observo. Noto su loco deseo, inconsciente e impaciente, de ser el protagonista en cada una de mis células. Yo misma lo creé sin darme cuenta, aunque él sostiene, según su argumento, que fuera de sus fronteras, nada existe.
Sí, es una parte de mí, y hasta ahora arrastró la Libertad que mi Ser quiere sentir hondo. Aquella Libertad que me pertenece y que desea expandirse...y la arresta; así es la forma en la que siento cómo se materializa la dualidad en nuestra existencia.
Acepté, sin resistencia, identificarme con quien no soy, pues no tenía conocimiento de la Realidad. No veía. No lograba escuchar a mi Alma que susurraba franqueza desde lo profundo, mientras mi ego gritaba ¡obediencia!, sin opción al silencio que tanto nos habla. Asentí a cada acción impensada, desconectadas de la Esencia, solamente eran asumidas y entonces, éstas se automatizan como verdad absoluta. No tuve posibilidad alguna de ver el paisaje más allá del muro gris que se postra delante de tus ojos distorsionados. No había lugar para la resiliencia. Ahora sé que lo que alimenté era solamente una forma más de pensamiento entre millones de ellos, nacidos en nuestra bendita ignorancia infante, y...sí, parecían ciertos pero no pertenecían a lo Verdadero. Y desde ahí creé mi autoimagen.
Empezar a contemplarlo fue todo un descubrimiento.

Mi ego me quiere aniquilar.
Sí. Mi aprendizaje con base en el miedo, legitimó mis ideas carentes de Luz, separadas de la Sustancia, de lo Auténtico, y las convirtió en creencias de única certeza. Era lo inefable, la única opción deslumbrante de mis pasos aquí, sin saber que era equívoca. Identifiqué mi Ser con un puñado de sufrimientos. Esos pensamientos errados que antes nombré, los convertí en sensaciones físicas, en un montón de certidumbres todas héticas llevadas a la potestad, sí, héticas con hache, vanas, apócrifas...compungidas.
Mi fuerza la invertí en lo que creía ser, y negué Mi Verdad. Creé...y alimenté una parte de mi mente que se volvió energía de vibración dolorosa, como un ente que domina con sigilosa rotundidad o dureza desmedida…según le plazca. Y todo le da igual, con tal levedad y despropósito, que pareciera que yo misma debiera mirar la vida desde una gran herida, y rozar el esfuerzo extenuante para ser redimida de la culpa sin medida y la vergüenza. Y entonces, cedes el timón de tu existencia a lo que no le corresponde porque te sientes menos que nada y te encuentras en un callejón sin salida, donde lo normal era perpetuar que me sintiera perdida, carente de paz, escasa de sensatez y cordura... y naturalizar que nací ya destruida. Todo era y es mentira.

Mi ego me quiere aniquilar.                                                                         
                                                                                                                              Continuará...

Por Isabel Burguillos 24 mar, 2021
He decidido que mi ego no me aniquila. Aun así, a veces, sigo cayendo de nuevo en el automatismo de lo hipnótico sin previo aviso y sin opción. Vuelvo sin darme cuenta a aquello que vive en Mí, que me separa de Mí...que forma parte de lo que creé, pero que No Soy Yo. Con esta última aclaración quiero decir que el ego no forma parte del Yo, del Ser, aunque sí pueda ser acogido y transformado por lo que se Es Realmente. Así lo estoy viviendo y comprendiendo. Vuelvo a esa parte inherente y transparente de mi Ser Humano que, como digo, no es el Ser, sino que es la única otra porción de la dualidad con la que me identifiqué. Y es precisamente esa parte a la que le dí la potestad del cómo vivir aquí y crear, normalmente, desde el dolor. Es como un personaje tenaz que te hace ver y materializar la vida desde unas pupilas deformadas y carentes de la Luz imperecedera. Y lucha. Pelea por su trono sin piedad por miedo a no existir. En su persistencia, vuelvo automáticamente a la necesidad de ser tutelada por mi lazarillo desalmado empoderado; la memoria asimiló lo inventado por mis creencias, que fue aprobado e instaurado en mi existencia sin dudar. Creí que era veraz lo erróneo aprendido por la costumbre de tanta repetición continuada, igual que las mentiras que insisten y se naturalizan como si fueran verdad. Y entonces...después de ser consciente de esta dicotomía existencial... me pregunto: ¿qué puedo hacer para acabar con mi conflicto?, ¿quizás observar cuál es la raíz? ¿Estoy dispuesta a permitirme la osadía de ser Yo y emprender el Camino a lo Cierto? Si la respuesta es SÍ, se empieza a desarrollar un recorrido sin vuelta atrás. Un recorrido con crisis existenciales, caos, toma de decisiones tajantes, miles de sensaciones desconocidas, dudas, roles que se caen, creencias que te siguen arrastrando hasta que se descreen, ansiedad. Aparecen destellos de seguridad de estar en lo correcto, o momentos muy sufridos porque no sabes qué hay que hacer... En otros ratos, todo está mal, y en otros, notas un poco de claridad y sientes la evidencia de que es la misma Vida, tan bondadosa, la que te está sosteniendo. Aparecen personas que son ángeles encarnados, situaciones que se ponen frente a ti para superarlas. De repente te encuentras egos “con patitas” que quieren aprovecharse de tu debilidad temporal a sabiendas de tu estado, o sonrisas verdaderas que son regalos y caricias para el Alma. Puedes enfermar y sanar...o no. Aparecen experiencias en las que no hay que hacer nada porque comprendes que el silencio, si es que la cabeza cesa de pensar sin control, puede que te ofrezca la respuesta. Te sorprenden pruebas que te remueven y te hacen no ver el horizonte, y si hay resistencia, se mantienen esas emociones en el tiempo, hasta que sueltas el cactus hiriente al que te aferraste para no estar solo. Hay veces que te sientes tan perdido, que solo te queda Confiar en la consciencia profunda que sabes que nunca falla, si es que te lo permites. Y es entonces, cuando puedes darte el permiso de acoger y mimar a tus heridas internas rechazadas y renovarte completamente. Lo que me queda claro ahora es que la solución a la no dualidad no ofrece la opción de mirar para otro lado, pues cuanto más excluimos al dolor, más crece. Siento que la única alternativa de sanación personal interior y de Empoderamiento Verdadero de Uno Mismo es integrar al ego, comprender cómo lo diseñé en mi cuerpo emocional y para qué existe. Aceptar que él me pertenece con todas las consecuencias y que lo alimenté sin conciencia, me hace reconocer que no es algo externo a mi existencia aquí. Y me perdí, sí...me perdí totalmente, pues le dí el cetro de mi poder ,como si fuera mi guía única y exclusiva, a lo que emana por sí mismo sin Sabiduría. Hoy sé que no pude remediarlo. No recuerdo haber percibido ningún faro, aunque fuera con un mínimo atisbo de señal resplandeciente. ¿Y si tuve que perderme tanto para algo? Presiento que sí. Mientras tanto...fui fiel a su mandato, ése que era sin un rumbo honesto decretado. Me convertí en su rutina, en su fuente de energía. Le regalé a mi huésped auto-invitado las llaves de mi fuerza espiritual, de mi mónada, de mi universo. No tuve opción de frenarlo, no... Pero ése es mi pasado. En mi presente, mi disfraz de héroe infiltrado ya no tendrá opción a dietas ricas en comida basura que engorde su arrogancia basada en su inseguridad. Ni intentará salvar causas imposibles, ni obtendrá pagas extraordinarias que le hinche su victimismo. Tampoco hará suyas esas responsabilidades que no le pertenece, ni le alentaré sin querer a sentirse ofendido en tantas desventuras. No le regalaré la mochila que guarda todas las piedras “culpables” del camino…Pondré de mi parte todo lo que tengo en mis manos. Desharé paso a paso lo que percibo que surge de él y todo lo que le he autorizado. Entonces, tendré la posibilidad de que pueda convertirse en mi aliado, en un confidente, sin armas, con herramientas válidas, y estaré atenta para que no vuelva a coger el mando. De esta forma Confío, de nuevo, en que se unificará mi dualidad y comenzarán a curarse tantos y tantos quebrantos. Reconozco que mi ego me proclamó ciega de Sabiduría y por ende, desterrada de La Verdadera Vida. Pero más allá de ese dolor insoportable, tengo algo muy importante que expresar: he logrado sentir Compasión al hacer consciente que el fundamento de su existencia es su/mi sentimiento de terror. Sí, terror, por eso no veía. Este gesto me hace concebir la evidencia de que somos Todos merecedores de Auto-Misericordia. Me alivia Saber que estoy inmersa en el proceso de vuelta a Mi Unidad tras la experiencia del auto-exilio. Ahora me permito comprenderlo sin huir. Ahora me lo permito Todo. Y es también ahora cuando comprendo que al hacerme responsable de lo que creé consciente e inconscientemente, desde mi coherencia me otorgo con entereza el poder de afrontar sin escisión el proceso de sanación. Es por ello que el resultado final solo dependerá de mí, y esto es una gran noticia. Y siento que mis delitos ya no existen, ni las condenas perpetuas, ni los castigos auto-promulgados...ni mis ojos con sus pestañas se abren y palpitan alertas . Sí, ahora me atrevo a ser implacable con mi ego, incluyéndolo, pues tendrá su lugar sin juzgarlo, aunque no le daré opción de mando ni tomará decisiones por muy insignificantes que parecieran. No tendrá mi credibilidad. Yo decido, sí, y decreto que será abrazado por lo que Soy para que conozca lo que es el Amor y su fuerza...mas, por ahora en mi evolución, todavía tenga solamente un pequeño resplandor de esa parte Divina que Cada Uno Somos. Y después de tantos combates vividos y tantas emociones que jamás podré ponerles nombre porque no los encuentro en el diccionario, me cuestiono...¿Y si el ego de Cada Uno fuera una pieza indispensable de nuestro puzzle de transformación? ¿Y si tuviéramos que aprender a Perdonar lo que parece imperdonable, y para más inri, nos perteneciera? Sé que sin encontrarnos a Nosotros Mismos ya no hay nada más valioso que podamos perder. Más allá de ese estado invasivo de neblina adormecedora, cuando tu Corazón empieze a alumbrar con pequeños rayos de Luz interna, el ego se evapora y transmuta al integrarlo. Y entonces, se cae lo sostenido y suspirarás muy hondo porque concibes que nunca te podrá aniquilar por muy duro que haya sido el letargo. Bendita Compasión, de nuevo, a la que se llega a tener por uno mismo, pues es ella la que te da la visión Verdadera de ti y de la Humanidad, y del estado de desconexión propio y generalizado con el mismísimo Corazón. Permitamos que nuestro Ser nos llene completamente y fluya por cada uno de nuestros poros. Mas, el Perdón concedido a Uno Mismo y la Comprensión que conlleva la Auto-Clemencia, es la puerta del merecimiento llamada Libertad. Y es cuando nos permitimos ser Dignos, siéndolo ya. Y comprendes que ese Perdón se extrapola a Todos. Y entonces, solo entonces… somos redimidos. Sepamos que ya Somos la Chispa de Luz que hemos olvidado Ser. ¿Nos atrevemos a recordarnos?
Por Isabel Burguillos 18 mar, 2021
Mi ego me quiere aniquilar. Ensancharon los barrotes transparentes más rígidos que el acero de mi cárcel mental, y el prisma que irradiaba brillo y fluidez en mi Origen, se tornó fábrica de prohibiciones, con sabor triste, amargo y de soledad. Cubrieron velos opacos a mi Corazón, y quedó atrapado dentro de una coraza de piedra, donde brotó moho corrosivo de tanto llanto interno. Por las grietas fluían lágrimas que empapaban los sentimientos, y así, mi ego fue invadiendo la existencia que respiro como ser humano, y me olvidé de mi Identidad Verdadera. Me crecieron espinas entre los pétalos que tengo para ofrecer...y sus aromas esperan intactos desde siempre para volver a florecer también en el viento. Sí, me olvidé de la poesía, del verso encadenado, de todos los bellos colores que percibía y de latidos ensimismados. Me expulsé de sentir alado mi palpitar y de los bonitos suspiros enraizados, de la Tierra que me nutría y de sus rincones tan sagrados. Mi ego me quiere aniquilar. Me creí ser él, mi sombra. Pretendí ser una creación mía...¡qué insensato! Inundé de su drama mis latidos, me dejé invadir los sentidos por su nimbo envolvente, simulado y desvivido. Me llené de sueños imposibles, de la frustración que emanaba, y acepté dar vida a roles inconscientes porque era la única forma de darme sentido. Sigo escarbando en esto que me adentro, y me surge una pregunta que rompe la rima de mis escritos. Como humanidad, en su mayoría identificada uno a uno con esta convicción errada, ¿somos conscientes de todos los innumerables condicionantes internos y externos a los que estamos expuestos? No es una pregunta que te invite a titubear. Mi respuesta es que No. La mayoría no somos conscientes de nada o casi nada. Si lo fuéramos de algo, sería de una parte minúscula, (y eso ya podría ser un gran comienzo, aunque habría que ponerle mucha atención y decidir un proceso de indagación hacia los primeros cimientos de la separación intrínseca de lo que Somos para comprender qué nos ocurre). La imagen de pequeñas conciencias que alumbran podría asemejar a puntos de luz sueltos en la densidad oscura energética del planeta, como una noche sin luna y algunas estrellas. Pero claro, esos condicionantes son tantos y tan variados, que los normalizamos. No solemos plantearnos que podamos estar equivocados, más bien defendemos a golpe de pecho lo que creemos...y lo seguimos creando sin rechistar. ¿Y si nos planteáramos ser honestos con nosotros mismos? Podría ser un gran paso. Las historias de nuestras vidas serían muy diferentes a lo que estamos experimentando. Decidiríamos con seguridad sana, o al menos sin tanto peso, frialdad ni desconsuelos. La mayoría de los seres humanos estamos ensimismados en nuestro ego, ¡no vemos más allá!, y damos vueltas y vueltas como un hámster dentro de la rueda que no para de rumiar siempre lo mismo...sí, el mismo patrón. Por eso hay escasos referentes contemporáneos que nos inspiren a un posible cambio de filosofía de vida, de percepción, y posterior acción. De todas formas, esto no niega que podamos darnos cuenta y salir de la jaula de lo conocido mecanizado. Así se rompería el círculo vicioso de lo repetitivo para permitir que se forme la espiral de evolución. Emprender el camino a tu propia Verdad es empezar a desbaratar el disfraz que nos hemos tejido a veces con tanto carácter, con altivo garbo absurdo, desmedida soberbia, con inconsciencia ingenua e inherente sentencia inmoral. Asentir a esta posibilidad de coherencia entre lo que Somos y esa parte inmaterial de la mente, rasga los velos y las vestiduras hostiles de lo dual en nosotros, y permite la conquista de Cada Uno. He descubierto y comprendido que la puerta de salida del laberinto de mi caos está en mi Corazón. No hay otra. Por eso, comencé a deshacer mi disfraz de dentro a fuera. Decidí rendirme. Solté las armas. Y tras un proceso de desapego que sigo haciendo, empezaron a desaparecer nudos que me ahogaban y no me dejaban caminar. Ahora, desde el balcón de la perspectiva, donde llegué tras naufragios y tantas caídas, observo a veces a mi ego; en realidad, son destellos que me hacen discernir. Sí, logré subir al mirador donde percibo mi inconsciencia. Desde allí capto el mecanismo del No rotundo, el que aprendió mi ser humano al colocar esta amnesia de Sí Mismo como estandarte, y al miedo, de nuevo, como capitán de las batallas. Me sorprendió ser consciente del ego social, pues al ver el mío, empezaba a captar levemente el de los demás. Por naturaleza, algunos son tan rápidos y sigilosos, tan torpes y desmedidos...tan devastadores y exagerados en su propio engaño, y a la vez, tan inocentes por su inconsciencia...que llegan a hacer honor a lo ridículo. Qué duro es que todo esto ocurra dentro de nosotros mismos y sigamos sin darnos cuenta, ¿no os parece? Al hacer esta reflexión, me sobreviene un sentimiento de pura ternura, muy hondo, pues ¿quién conscientemente desea sufrir? Yo siento que nadie. Todo se materializa con una apariencia tan real... Las caretas del ego son innumerables e inesperadas. A veces se viste con enorme crueldad, tan inhumana. Otras tan entrañable. Con el ego logramos mostrar una sonrisa que por dentro seguramente no exista, pues en realidad podría estar entrelazada a un nudo desdichado de envidia y odio, y no le importe pisotear con tal de lograr alguna conquista. Otras veces, se te muestran egos para convencerte con unos porqués de bondad extrema que resultan ser para interés de su auto-opulencia, y se alimentan de tu energía. Pero cuidado, hay más, ¡mucho más!, no estoy segura de que haya límites. Éste es realmente una amenaza muy seria. Hay egos que tienen la intención de neutralizar el poder de otras personas, víctimas reales de egos manipuladores, y quién sabe si enfermos, personalmente creo que sí... Situaciones surrealistas que rizan el rizo de lo enrevesado con inquisidores mansos que perpetran con dulce suavidad, ¡tan peligrosa! Egos omnipotentes que desean dirigir la vida de personas, y en palabras textuales, se ven con la capacidad de hacerte un favor inconmensurable, y a su vez, conflictivo desde el origen de su deseo. El mensaje es: “Te concedo la potestad de dirigir yo tu vida porque te tengo en mi objetivo, (dicen -yo te elijo y eres privilegiado/a), y porque sé que de otra forma tú no puedes existir: es decir, soy tu dueño/a. O cedes a que te salve/manipule o te agredo/intento destruirte. Tú sin mí no eres nadie”. Estos adefesios de egos suelen tener argumentos rocambolescos con tal de manipular a personas (que si éstas no tienen un poco de luz, pueden caer en la manipulación total), y no escatiman en dar diagnósticos terribles para hacerse necesarios y hacer ver que son los únicos seres humanos que pueden y deben cuidarlos, pues no hay otra salida, ¡no la hay! ¿De veras no os parece esto demasiado fuerte para ser real? Pues esto, desgraciadamente, existe, no es una película. Continuará...
Por Isabel Burguillos 15 mar, 2021
Mi ego me quiere aniquilar. Él no conoce el Amor, ni la Ternura, ni la Compasión. No le importa llevarte hasta morir en el intento de no ser descubierto y, de esa forma, sobrevivir. Lo observo. Noto su loco deseo, inconsciente e impaciente, de ser el protagonista en cada una de mis células. Yo misma lo creé sin darme cuenta, aunque él sostiene, según su argumento, que fuera de sus fronteras, nada existe. Sí, es una parte de mí, y hasta ahora arrastró la Libertad que mi Ser quiere sentir hondo. Aquella Libertad que me pertenece y que desea expandirse...y la arresta; así es la forma en la que siento cómo se materializa la dualidad en nuestra existencia. Acepté, sin resistencia, identificarme con quien no soy, pues no tenía conocimiento de la Realidad. No veía. No lograba escuchar a mi Alma que susurraba franqueza desde lo profundo, mientras mi ego gritaba ¡obediencia!, sin opción al silencio que tanto nos habla. Asentí a cada acción impensada, desconectadas de la Esencia, solamente eran asumidas y entonces, éstas se automatizan como verdad absoluta. No tuve posibilidad alguna de ver el paisaje más allá del muro gris que se postra delante de tus ojos distorsionados. No había lugar para la resiliencia. Ahora sé que lo que alimenté era solamente una forma más de pensamiento entre millones de ellos, nacidos en nuestra bendita ignorancia infante, y...sí, parecían ciertos pero no pertenecían a lo Verdadero. Y desde ahí creé mi autoimagen. Empezar a contemplarlo fue todo un descubrimiento. Mi ego me quiere aniquilar. Sí. Mi aprendizaje con base en el miedo, legitimó mis ideas carentes de Luz, separadas de la Sustancia, de lo Auténtico, y las convirtió en creencias de única certeza. Era lo inefable, la única opción deslumbrante de mis pasos aquí, sin saber que era equívoca. Identifiqué mi Ser con un puñado de sufrimientos. Esos pensamientos errados que antes nombré, los convertí en sensaciones físicas, en un montón de certidumbres todas héticas llevadas a la potestad, sí, héticas con hache, vanas, apócrifas...compungidas. Mi fuerza la invertí en lo que creía ser, y negué Mi Verdad. Creé...y alimenté una parte de mi mente que se volvió energía de vibración dolorosa, como un ente que domina con sigilosa rotundidad o dureza desmedida…según le plazca. Y todo le da igual, con tal levedad y despropósito, que pareciera que yo misma debiera mirar la vida desde una gran herida, y rozar el esfuerzo extenuante para ser redimida de la culpa sin medida y la vergüenza. Y entonces, cedes el timón de tu existencia a lo que no le corresponde porque te sientes menos que nada y te encuentras en un callejón sin salida, donde lo normal era perpetuar que me sintiera perdida, carente de paz, escasa de sensatez y cordura... y naturalizar que nací ya destruida. Todo era y es mentira. Mi ego me quiere aniquilar. Continuará...
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