Por Isabel Burguillos
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24 mar, 2021
He decidido que mi ego no me aniquila. Aun así, a veces, sigo cayendo de nuevo en el automatismo de lo hipnótico sin previo aviso y sin opción. Vuelvo sin darme cuenta a aquello que vive en Mí, que me separa de Mí...que forma parte de lo que creé, pero que No Soy Yo. Con esta última aclaración quiero decir que el ego no forma parte del Yo, del Ser, aunque sí pueda ser acogido y transformado por lo que se Es Realmente. Así lo estoy viviendo y comprendiendo. Vuelvo a esa parte inherente y transparente de mi Ser Humano que, como digo, no es el Ser, sino que es la única otra porción de la dualidad con la que me identifiqué. Y es precisamente esa parte a la que le dí la potestad del cómo vivir aquí y crear, normalmente, desde el dolor. Es como un personaje tenaz que te hace ver y materializar la vida desde unas pupilas deformadas y carentes de la Luz imperecedera. Y lucha. Pelea por su trono sin piedad por miedo a no existir. En su persistencia, vuelvo automáticamente a la necesidad de ser tutelada por mi lazarillo desalmado empoderado; la memoria asimiló lo inventado por mis creencias, que fue aprobado e instaurado en mi existencia sin dudar. Creí que era veraz lo erróneo aprendido por la costumbre de tanta repetición continuada, igual que las mentiras que insisten y se naturalizan como si fueran verdad. Y entonces...después de ser consciente de esta dicotomía existencial... me pregunto: ¿qué puedo hacer para acabar con mi conflicto?, ¿quizás observar cuál es la raíz? ¿Estoy dispuesta a permitirme la osadía de ser Yo y emprender el Camino a lo Cierto? Si la respuesta es SÍ, se empieza a desarrollar un recorrido sin vuelta atrás. Un recorrido con crisis existenciales, caos, toma de decisiones tajantes, miles de sensaciones desconocidas, dudas, roles que se caen, creencias que te siguen arrastrando hasta que se descreen, ansiedad. Aparecen destellos de seguridad de estar en lo correcto, o momentos muy sufridos porque no sabes qué hay que hacer... En otros ratos, todo está mal, y en otros, notas un poco de claridad y sientes la evidencia de que es la misma Vida, tan bondadosa, la que te está sosteniendo. Aparecen personas que son ángeles encarnados, situaciones que se ponen frente a ti para superarlas. De repente te encuentras egos “con patitas” que quieren aprovecharse de tu debilidad temporal a sabiendas de tu estado, o sonrisas verdaderas que son regalos y caricias para el Alma. Puedes enfermar y sanar...o no. Aparecen experiencias en las que no hay que hacer nada porque comprendes que el silencio, si es que la cabeza cesa de pensar sin control, puede que te ofrezca la respuesta. Te sorprenden pruebas que te remueven y te hacen no ver el horizonte, y si hay resistencia, se mantienen esas emociones en el tiempo, hasta que sueltas el cactus hiriente al que te aferraste para no estar solo. Hay veces que te sientes tan perdido, que solo te queda Confiar en la consciencia profunda que sabes que nunca falla, si es que te lo permites. Y es entonces, cuando puedes darte el permiso de acoger y mimar a tus heridas internas rechazadas y renovarte completamente. Lo que me queda claro ahora es que la solución a la no dualidad no ofrece la opción de mirar para otro lado, pues cuanto más excluimos al dolor, más crece. Siento que la única alternativa de sanación personal interior y de Empoderamiento Verdadero de Uno Mismo es integrar al ego, comprender cómo lo diseñé en mi cuerpo emocional y para qué existe. Aceptar que él me pertenece con todas las consecuencias y que lo alimenté sin conciencia, me hace reconocer que no es algo externo a mi existencia aquí. Y me perdí, sí...me perdí totalmente, pues le dí el cetro de mi poder ,como si fuera mi guía única y exclusiva, a lo que emana por sí mismo sin Sabiduría. Hoy sé que no pude remediarlo. No recuerdo haber percibido ningún faro, aunque fuera con un mínimo atisbo de señal resplandeciente. ¿Y si tuve que perderme tanto para algo? Presiento que sí. Mientras tanto...fui fiel a su mandato, ése que era sin un rumbo honesto decretado. Me convertí en su rutina, en su fuente de energía. Le regalé a mi huésped auto-invitado las llaves de mi fuerza espiritual, de mi mónada, de mi universo. No tuve opción de frenarlo, no... Pero ése es mi pasado. En mi presente, mi disfraz de héroe infiltrado ya no tendrá opción a dietas ricas en comida basura que engorde su arrogancia basada en su inseguridad. Ni intentará salvar causas imposibles, ni obtendrá pagas extraordinarias que le hinche su victimismo. Tampoco hará suyas esas responsabilidades que no le pertenece, ni le alentaré sin querer a sentirse ofendido en tantas desventuras. No le regalaré la mochila que guarda todas las piedras “culpables” del camino…Pondré de mi parte todo lo que tengo en mis manos. Desharé paso a paso lo que percibo que surge de él y todo lo que le he autorizado. Entonces, tendré la posibilidad de que pueda convertirse en mi aliado, en un confidente, sin armas, con herramientas válidas, y estaré atenta para que no vuelva a coger el mando. De esta forma Confío, de nuevo, en que se unificará mi dualidad y comenzarán a curarse tantos y tantos quebrantos. Reconozco que mi ego me proclamó ciega de Sabiduría y por ende, desterrada de La Verdadera Vida. Pero más allá de ese dolor insoportable, tengo algo muy importante que expresar: he logrado sentir Compasión al hacer consciente que el fundamento de su existencia es su/mi sentimiento de terror. Sí, terror, por eso no veía. Este gesto me hace concebir la evidencia de que somos Todos merecedores de Auto-Misericordia. Me alivia Saber que estoy inmersa en el proceso de vuelta a Mi Unidad tras la experiencia del auto-exilio. Ahora me permito comprenderlo sin huir. Ahora me lo permito Todo. Y es también ahora cuando comprendo que al hacerme responsable de lo que creé consciente e inconscientemente, desde mi coherencia me otorgo con entereza el poder de afrontar sin escisión el proceso de sanación. Es por ello que el resultado final solo dependerá de mí, y esto es una gran noticia. Y siento que mis delitos ya no existen, ni las condenas perpetuas, ni los castigos auto-promulgados...ni mis ojos con sus pestañas se abren y palpitan alertas . Sí, ahora me atrevo a ser implacable con mi ego, incluyéndolo, pues tendrá su lugar sin juzgarlo, aunque no le daré opción de mando ni tomará decisiones por muy insignificantes que parecieran. No tendrá mi credibilidad. Yo decido, sí, y decreto que será abrazado por lo que Soy para que conozca lo que es el Amor y su fuerza...mas, por ahora en mi evolución, todavía tenga solamente un pequeño resplandor de esa parte Divina que Cada Uno Somos. Y después de tantos combates vividos y tantas emociones que jamás podré ponerles nombre porque no los encuentro en el diccionario, me cuestiono...¿Y si el ego de Cada Uno fuera una pieza indispensable de nuestro puzzle de transformación? ¿Y si tuviéramos que aprender a Perdonar lo que parece imperdonable, y para más inri, nos perteneciera? Sé que sin encontrarnos a Nosotros Mismos ya no hay nada más valioso que podamos perder. Más allá de ese estado invasivo de neblina adormecedora, cuando tu Corazón empieze a alumbrar con pequeños rayos de Luz interna, el ego se evapora y transmuta al integrarlo. Y entonces, se cae lo sostenido y suspirarás muy hondo porque concibes que nunca te podrá aniquilar por muy duro que haya sido el letargo. Bendita Compasión, de nuevo, a la que se llega a tener por uno mismo, pues es ella la que te da la visión Verdadera de ti y de la Humanidad, y del estado de desconexión propio y generalizado con el mismísimo Corazón. Permitamos que nuestro Ser nos llene completamente y fluya por cada uno de nuestros poros. Mas, el Perdón concedido a Uno Mismo y la Comprensión que conlleva la Auto-Clemencia, es la puerta del merecimiento llamada Libertad. Y es cuando nos permitimos ser Dignos, siéndolo ya. Y comprendes que ese Perdón se extrapola a Todos. Y entonces, solo entonces… somos redimidos. Sepamos que ya Somos la Chispa de Luz que hemos olvidado Ser. ¿Nos atrevemos a recordarnos?